EL MUNDO

27 junio 2024

 

Hallan un grupo de bacterias específicas del intestino implicadas en los 'atracones' y la obesidad

Pilar Pérez

 

Un trabajo impulsado por investigadores españoles permite evaluar si las bacterias "buenas" podrían utilizarse como nuevos tratamientos potenciales para corregir la alimentación compulsiva

 

Un equipo internacional de investigadores ha identificado bacterias específicas en el intestino que están asociadas con el desarrollo tanto de ratones como de humanos de una adicción a la comida que puede provocar obesidad. También han descrito el rol beneficioso que desempeñan en la prevención de los atracones de comida.

 

Desde el Laboratorio de Neurofarmacología-NeuroPhar en el Departamento de Medicina y Ciencias de la Vida de la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona), Elena Martín-García, presenta las conclusiones del trabajo hoy en el Foro 2024 de la Federación de Sociedades Europeas de Neurociencia (FENS) y se publica simultáneamente en la revista Gut.

 

Sus hallazgos les permiten evaluar si las bacterias "buenas" podrían utilizarse como nuevos tratamientos potenciales para el comportamiento relacionado con la obesidad. "Esto nos permite poder encontrar un prebiótico que equilibre la microbiota", explica a EL MUNDO, Martín-García.

 

El trabajo del equipo de la investigadora es un "estudio traslacional porque se ha medido el mismo efecto en modelos de ratón y también en humanos", añade Rafael Maldonado, coautor de la investigación. "Estos resultados pueden permitirnos identificar nuevos biomarcadores en la adicción a la comida", al tiempo que subraya que se podrían asentar las bases para "evaluar si las bacterias beneficiosas podrían usarse como posibles nuevos tratamientos para este comportamiento relacionado con la obesidad, que, en la actualidad, carece de enfoques terapéuticos eficaces".

 

Se investigó las bacterias intestinales en ratones que eran y no adictos a la comida. Las diferencias observadas se centraron en el aumento en las bacterias pertenecientes a un grupo llamado Proteobacteria phylum y una disminución en las bacterias pertenecientes al Actinobacteria phylum en los ratones adictos a la comida. Estos ratones también presentaron una disminución en la cantidad de otro tipo de bacteria llamada Blautia del filo Bacillota.

 

"Cabe destacar que las primeras son las que elevan la conducta compulsiva en la alimentación [los atracones] y las segundas, a las que pertenece Blautia, son las protectoras, las que regulan esa adicción", aclara Martín-García.

 

En concreto, Martín-García apunta que una de las conclusiones es que "una microbiota específica podría tener un efecto protector en la prevención de la adicción a la comida". En concreto, ella pone el foco en Blautia como desencadenante de los posibles efectos beneficiosos de esta bacteria intestinal, en particular.

 

Como solución Martín-García explica que investigan "los efectos protectores de la administración oral de lactulosa y ramnosa, que son carbohidratos no digeribles conocidos como prebióticos que pueden aumentar la cantidad de Blautia en el intestino".

 

Para ello, administraron estos complementos en ratones y "descubrimos que conducía a un aumento en la abundancia de Blautia en las heces de los ratones en paralelo con mejoras significativas en la reducción de adicción a la comida. Vimos mejoras similares cuando les dimos a los ratones una especie de Blautia llamada Blautia wexlerae por vía oral como probiótico".

 

Como asegura Maldonado, "tenemos una nueva vía de inhibición de la compulsividad relacionada con la comida y una de las consecuencias, la obesidad". Especifica que no se trata "solo de una nuevo abordaje", sino también de "una herramienta más, complementaria, en el tratamiento complejo de la obesidad".

 

¿Cómo encontraron las bacterias culpables de los atracones?

Para medir esto en las personas, Martín-García empleó la Escala de Adicción a la Comida de Yale (YFAS 2.0) para diagnosticar la adicción a la comida. Contiene 35 preguntas para que las respondan los humanos, aunque éstas también se pueden agrupar en tres criterios para su uso en ratones: búsqueda persistente de alimento, alta motivación para obtener alimento y comportamiento compulsivo.

 

Esto les permitió clasificar a 88 pacientes entre adictos y no adictos a la comida. De manera similar a los hallazgos en ratones, se observaron disminuciones en el filo Actinobacteria y Blautia en aquellos adictos a la comida y aumentos en el filo Proteobacteria. En los análisis adicionales mostraron cómo los hallazgos en humanos se correlacionaban con los de ratones.

 

"Esto es interesante", subraya Maldonado, que pone en valor la complementariedad de este tipo de diagnóstico y abordaje terapéutico "en una patología tan compleja como es la obesidad" en la que debemos actuar desde diferentes ángulos "para atajar el situación que supone este problema de salud pública".

 

La relación entre las bacterias del sistema intestinal y el cerebro

Martín-García manifiesta que los hallazgos muestran cómo las bacterias del intestino influyen en la función cerebral y viceversa. "Hemos demostrado por primera vez una interacción directa entre la composición intestinal y la expresión de genes cerebrales, revelando el origen complejo y multifactorial de este importante trastorno del comportamiento relacionado con la obesidad".

 

Por ello, destaca que la comprensión de "la interacción entre las alteraciones del comportamiento y las bacterias en el intestino constituye un paso adelante para futuros tratamientos para la adicción a la comida y los trastornos alimentarios relacionados".

 

Como en anteriores publicaciones en Nature Communications y The Journal of Clinical Investigation, Martín-García también describió en este trabajo cómo los microARN (miARN), pequeñas moléculas monocatenarias que regulan la expresión genética y contribuyen a casi cualquier proceso celular, están involucrados en la adicción a la comida. Los cambios en la expresión de los miARN pueden estar involucrados en los mecanismos subyacentes al trastorno.